La semana pasada le dedicamos un rato a hablar de dos distorsiones que afectan al mercado del libro electrónico europeo. La primera es que las grandes editoriales, con la ayuda ocasional de algunos gobiernos, están imponiendo progresivamente el modelo de agencia, según el cual la editorial fija el precio final del libro y le cede un 30% del mismo al distribuidor minorista. La segunda es que el IVA del libro electrónico en Europa sigue siendo muy superior al del libro de papel, ya que se considera que un libro digital es un producto de software.
Estos son los hechos. Hoy toca interpretar esta historia que, en mi opinión, está más relacionada con unos intereses empresariales mal informados y peor defendidos que con la defensa del bienestar general o de la cultura.
Empezaré rescatando algo de lo que me explicaron mis profesores en las lúgubres aulas de la Facultad de Económicas: el concepto de "competencia perfecta". Este término se utiliza en Economía para referirse a una situación ideal en que ningún comprador o vendedor individual ejerce influencia decisiva sobre el precio tiene la capacidad de manipular el precio en el mercado - son “precio-aceptantes” - gracias a lo cual se produce una situación ideal - “equilibrio competitivo” - en que las empresas producen de forma eficiente y los consumidores consiguen los máximos niveles posibles de bienestar. En sentido contrario, la literatura sobre fallos de mercado describe una serie de situaciones indeseables - monopolio, oligopolio o monopsonio - en que la capacidad de productores o consumidores para influir en los precios da lugar a ineficiencias y pérdidas de bienestar.
En general, nuestra sociedad acepta que es deseable preservar la competencia, y por ello crea organismos judiciales (por ejemplo, el Tribunal de Defensa de la Competencia) y reguladores (verbigracia, la Comisión Nacional del Mercado de las Telecomunicaciones) entre cuyas funciones está la de proteger este preciado bien. Una de las actuaciones más frecuentes para ello consiste en penalizar mediante multas cualquier intento de concertación o manipulación de precios. En los países anglosajones, este tipo de delitos económicos puede llegar a suponer penas de cárcel.
¿Es esto así en todos los mercados? … pues va a ser que no. Los contenidos culturales son, como siempre, la excepción y lo que les contaba la semana pasada sobre el modelo de agencia es un buen ejemplo de ello: nos encontramos con que unas enormes editoriales imponen al vendedor tanto el precio final como el margen de comercialización.
Imaginemos que un día leemos en el periódico que las grandes operadoras de telecomunicaciones se han puesto de acuerdo en un modelo que les permite fijar el precio por cada minuto que comercializan los revendedores de llamadas y el margen de beneficio de los mismos. ¿Qué pasaría? Pues indignación generalizada entre el público e intervención fulgurante de las autoridades para prohibir tamaño desafuero e imponer severas multas. ¿Qué ocurre cuando estos mismos hechos ocurren en el mercado editorial? Indiferencia generalizada entre el público e intervención de algunos gobiernos, como el francés, para imponer este modelo a golpe de legislación.
El principal argumento que se usa para justificar este tipo de excepciones es bien conocido: la cultura no puede tratarse como una mercancía más, en la medida que posee valores intrínsecos que la diferencian de los demás bienes. El carácter meritorio de los bienes y servicios culturales implica, desde el punto de vista de la regulación, que se requiere fomentar tanto su producción como su consumo.
Suscribo totalmente el argumento anterior y creo que justifica convincentemente la subvención de representaciones del teatro español del siglo de oro, por ejemplo. Se me escapa sin embargo qué tiene que ver la cultura con una industria editorial privada que vive fundamentalmente de producir y vender best sellers. Señores gobernantes: esa no es la industria cultural, sino la de ocio, y sus productores no merecen un trato ni mejor ni peor que el de los empresarios circenses o de parques de atracciones.
Otro argumento que se usa a veces para justificar el modelo de agencia alega que, en realidad, fomenta la competencia, ya que permiten subsistir a los pequeños agentes del sector - libreros y editores - fomentando pues una oferta diversa y competitiva que, en caso contrario, caería en manos de las grandes multinacionales, que impondrían los precios a su antojo. Tiene guasa: ¿el modelo de precios que imponen unas multinacionales evita que las multinacionales conquisten el universo? Se trata de un ejercicio puro y duro de manipulación de precios y márgenes. En este nuevo mundo digital lo que frena los abusos en precios no es la pequeña empresa, sino la piratería.
Cada uno es libre de tener su opinión sobre estos temas. La mía es que estamos asistiendo a un episodio más de lo que en un post pasado llamaba la rebelión de los amanuenses. Un movimiento concertado por parte de un lobby de editores europeos que actúa para frenar el desarrollo del mercado legal de libros electrónicos. Este lobby impulsa y aplaude abortos como la ley francesa de marzo de 2011 o el mantenimiento de unos tipos de IVA punitivos para el libro electrónico. Se trata de una conspiración contra los intereses de los consumidores, concertada a la luz del día y que cuenta con el apoyo de las autoridades. Peor aún, se trata de una conjura de los necios, que sólo conseguirá al final estimular y consolidar la piratería: los editores, políticos y reguladores sólo tienen que analizar el ejemplo de la industria musical para valorar lo que esto significa.
Pero no todas las administraciones son igual de tolerantes. Parece que la Comisión Europea tomará cartas en el asunto del precio de los libros digitales. En Febrero de 2011 un equipo de funcionarios de la Comisión registraron las oficinas de varios editores europeos argumentando que tenían indicios de que podrían haber violado las reglas antitrust de la Unión Europea. Asimismo, algunos editores han declarado que las autoridades están analizando el impacto competitivo del modelo de agencia y la nueva ley francesa la cual, además, podría violar los tratados de libre comercio con EE.UU.
Pues en esas estamos: si nuestra globalizada economía decae, nos despiden porque hay que ser eficientes y competitivos. En cambio, si queremos comprar un libro electrónico para olvidar las amarguras del paro, tenemos que pagar un pastizal porque algunos editores lo quieren, ciertos gobiernos lo permiten y el libro electrónico no es un libro, sino software. No sé a ustedes pero, si la Comisión Europea no lo remedia, a mí se me va a poner cara de vaca lechera ...
y yo a usted le pregunto; ¿qué es y qué no es cultura?
ResponderEliminar¿es cultura el fútbol? ¿todos los libros, música, pintura, películas son cultura? .
dejando esto al margen, ¿qué está pasando?, pues lo que usted dijo, que un lobby poderoso se resiste, en vez de adaptarse a un nuevo modelo, son como castores, que crean presas a base de maderas, el problema es que esa presa esta destinada a caer porque "internet no es que sea el futuro, como algunos quieren creer, internet es el presente"
pero además hay más cosas...
le voy a dar un dato de un amigo mio que edita para que se de cuenta de los márgenes de los que estamos hablando:
-la impresión de 1000 libros cuesta 1000€ (esto a precio de mercado, que ya sabemos que un gran pedido tiene reducción de precio unitario)
-Costes de Edición del Libro (portada, márgenes, retoques, marketing...)
-Comisión s/ventas para el autor: 6% al 8%, y algunos al 10%
-Personal: 1 Jefe, 1 Editor, y 3 tipos más.
hagase los cálculos, y dígame que libros como "Los Pilares de la Tierra" valen realmente 30€.
o valen según mis estimaciones 5€
Estimado tocayo: esa es la cuestión.
ResponderEliminarExiste una división artificial entre "cultura" y "no cultura" establecida a conveniencia de unos pocos y perjudicial para todos los demás. Existen asimismo en el negocio "de la cultura" unos precios y márgenes que la tecnología moderna convierte en injustificables, como ponen de manifiesto contundentemente las cifras que aporta en su comentario.
Eso es lo que nos toca aguantar, entre debates espúrios, cánones y subvenciones varias.
Un cordial saludo
Tenga en cuenta una cosa; las subvenciones para Cine, y demás y muchas bonificaciones Fiscales tienen fecha de caducidad (esta fecha no la ponen obviamente nuestros mediocres políticos, la pone la UE)
ResponderEliminary por cierto ¡que mal uso de las subvenciones!
¿qué hará nuestro mal llamado cine culto (el que se lleva premios Goya, es decir, el que no vende) cuando no existan subvenciones?
¿porqué Segura y otros venden sin necesidad de subvenciones?
mal que me pese, sus películas son distintas, ofrecen algo distinto a lo que hollywood da.
En Libros la cosa no es tan clara, porque los premios que se dan son más prestigiosos, y tenemos una cultura más arraigada en ello, aun así, siempre hay premios a obras inexplicables (pasa hasta en el premio Nobel->¿Obama Nobel de la Paz?)...pero lo que si que hay son muchas subvenciones estúpidas, a obras insulsas.
y las subvenciones deberían ser para potenciar algo que es potenciable, no algo que sabes que va a ir a fondo perdido...claramente el problema está en que quienes dan las subvenciones, no tienen ni el más mínimo interés en saber a que lo destinan porque no es SU dinero.
obviamente no siempre se llevan los premios los mejores (vease porque nadie quiere ser pintor, nadie quiere que se le reconozca como artista importante tras su propia muerte)
si pensamos en cómo mejorar la competencia, y fomentar el ingenio, las subvenciones si no tienen un fin concreto (por ejemplo uso exclusivo a Edición de Libros), y se dan sin reparo, tienen poco sentido.
Es lo Mismo que dar subvenciones para el medio ambiente, sólo que aqui ni siquiera gana el medio ambiente, pierden todos.
Siga con su Blog, se le da Bien escribir.
Estimado Miguel. Gracias nuevamente por su comentario y, muy especialmente, por los ánimos.
ResponderEliminarCordialmente
Saludos desde Ecuador Profesor Jerez,
ResponderEliminaren lo personal prefiero los libros fisicamente,una vez leidos fisicamente, encuentro util la lectura de los digitales, al menos en cuestion de números, matemáticas, Econometría considero una lectura muy pausada y armoniosa, luego de esto si puedo revisar el digital. con respecto a los precios, son barbaros, prefiero comprar el físico. saludos.
Estimado anónimo: saludos igualmente desde España.
ResponderEliminarCreo que preferir el libro fisico o digital es una cuestión de gustos. A título particular, me encanta la inmediatez y el orden de una biblioteca electrónica.
Lo que me parece un escándalo es lo que hacen algunos editores y políticos: boicotear una tecnología útil con pretextos incoherentes y contrarios al interés del consumidor.
Cordialmente