Pese a las apariencias, el título de este post no alude a las declaraciones a que nos tienen acostumbrados nuestros responsables políticos en materia de tecnología o cultura: se trata de una traducción aproximada de la expresión inglesa near field communication, o “NFC”. Una capacidad que pronto tendrán los teléfonos inteligentes.
La NFC es un protocolo específico para establecer conexiones inalámbricas en distancias cortas – de cero a veinte centímetros – y optimizadas para transmitir cantidades pequeñas de información de forma casi instantánea. En un post previo ya mencionamos esta tecnología. Hoy toca profundizar más en ella y, sobre todo, en el asombroso impacto que puede llegar a tener en nuestra vida cotidiana.
Este tipo de comunicaciones siempre tiene lugar entre dos equipos: uno de ellos actúa como “iniciador” generando un campo de radiofrecuencia al que responde el equipo “destinatario”. El terminal iniciador puede hacer fundamentalmente tres cosas: leer datos, intercambiar información o transmitir credenciales. Vamos a dedicar un rato a valorar juntos las posibilidades que abre cada una de estas prestaciones.
Efectivamente, un terminal NFC puede limitarse a leer la información que proporciona el otro equipo que, en este caso, suele ser un simple contenedor pasivo de datos. Hasta tal punto es así que a menudo el destinatario no tiene una fuente propia de energía – se trata de algo muy simple, como una etiqueta RFID, una tarjeta o un llavero – en cuyo caso obtiene electricidad del equipo iniciador mediante inducción electromagnética.
La capacidad de leer etiquetas complejas a través de un terminal inteligente es muy útil. Pensemos, por ejemplo, en alimentos envasados. El etiquetado inteligente de los mismos permite conocer su aporte calórico, su contenido en grasas saturadas, comprobar la autenticidad de su denominación de origen o, si tiene usted una alergia o intolerancia alimentaria, detectar componentes contraindicados. Pensemos ahora en el etiquetado de libros, CDs, películas en DVD u obras de arte en un museo: bastaría acercar el terminal a la etiqueta para leer un resumen del argumento, escuchar un fragmento de las canciones o conocer con detalle la historia de la pieza expuesta.
Otra capacidad importante de la NFC es el intercambio de datos entre dos equipos activos. Las aplicaciones más claras de esta operativa son los servicios de pago, sean a crédito, a débito o en la modalidad de monedero electrónico. Más allá del pago en sí, esta tecnología facilita todo lo que rodea al acto de pagar, como es la aplicación de descuentos, sumar puntos a una tarjeta de fidelización o generar registros que permitan posteriormente contabilizar los gastos personales.
Además de los servicios de pago, otras transacciones útiles que pueden implementarse a través de NFC son, por ejemplo, la firma electrónica de documentos o el acoplamiento de terminales Bluetooth.
Por último, la transmisión de credenciales es un caso especial de transacción, en donde el terminal que inicia el intercambio acredita que su poseedor tiene un determinado derecho o capacidad. Partiendo de esta idea, es fácil entender la utilidad de estos terminales como soporte para abonos de transporte público, tarjetas de embarque o entradas para cualquier tipo de representación. Con unos requerimientos más estrictos de seguridad, pueden usarse también para prestar servicios de identificación y acceso, en los que el terminal NFC sustituye las llaves físicas para abrir cualquier cerradura habilitada para ello.
Si aplicaciones directas ya resultan impactantes, las posibilidades que surgen de combinar esta tecnología con las demás capacidades de un teléfono inteligente son sencillamente asombrosas. Por ejemplo, una aplicación práctica para despistados como yo: el terminal NFC cierra el coche, activa la alarma antirrobo y almacena su localización física usando el GPS. Una aplicación útil para gente sensible a la seguridad: antes de realizar las operaciones más comprometidas – un pago por ejemplo – identifica al usuario mediante PIN o, en plan sofisticado, escaneando su huella digital.
No estamos hablando de una tecnología a la que le falten años de maduración para convertirse en realidad. La especificación NFC está plenamente desarrollada y definida en los estándares abiertos ECMA-340 e ISO/IEC 18092, que especifican todos los detalles técnicos necesarios para implementarla. En el mundo se han realizado diversas pruebas de la misma en condiciones realistas. Concretamente, a finales de 2010 Telefónica, La Caixa y Visa realizaron con éxito una prueba piloto en Sitges en la que se implicó a 1.500 usuarios y 500 tiendas.
En cuanto a su implantación en terminales móviles: Nokia tiene previsto integrar la NFC en todos los teléfonos inteligentes que lance en 2011, Apple y Blackberry han anunciado sus planes de introducirla en sus próximos terminales. Google también impulsa activamente la NFC: la versión 2.3 de Android proporciona los servicios básicos que requiere esta tecnología y su terminal Nexus S incluye el chip necesario para este tipo de conexión.
En resumen: en 2011 empezará a despegar la NFC. Como a menudo ocurre, su ritmo de implantación no está condicionado por problemas técnicos sino por cuestiones operativas como: ¿Quién paga las comunicaciones en una transacción de compra? ¿Quién se queda las comisiones que pueda generar un pago? Cuando la operación se produce a crédito ¿lo proporciona un banco o la propia operadora de telefonía? Sería importante que nuestras empresas fueran capaces de repartir la tarta a un ritmo compatible con el despliegue rápido de esta importante tecnología.
Nokia, o se pone las pilas con los Smart Phones (y esperemos que esa unión con windows, le de alas), o dará igual que integre NFC.
ResponderEliminar¿Cuál es el problema más grave que presenta esta tecnología?
aparte de los mencionados con los pagos y créditos, el problema es la Cultura Social.
en este caso al igual que en el MobyPay, o Simplemente Paypal y otras, la tecnología está desarrollada, se ha estudiado su aplicación y demás.
Pero no lo olvidemos lo básico: ¿Confía la Sociedad en estos sistemas?
La respuesta más objetiva sería decir, depende del país, y de la informatización de sus individuos (entiendase por este concepto el uso, y conocimiento de Nuevas tecnologías de Internet, smartphones, Streaming y demás).
Culturalmente, como bien sabemos, existe una tendencia al cambio, que empiezan unos pocos, y el resto tiene resistencias al cambio, planteemos en este caso la resistencia obvia: "No Me Fio", "No lo entiendo"...
teniendo esto en cuenta, el objetivo es plantear esta tecnología de modo que se vea con claridad las ventajas que aporta.
¿Cuántos Restaurantes con gran facturación han tardado en darse cuenta que un sistema de Pedidos informatizado que vale entre 6.000€ y 20.000€, es mucho más rentable que una hoja y un camarero gritando "Bocadillo de Calamares a la mesa 3"?
sencillo, no puedes venderles esta tecnología hablándoles en términos de ratios de productividad, leyes de rendimientos decrecientes y demás...pero eso es un problema derivado de la Venta, no de la tecnología en si.
P.D: Importante punto el de Como Vender las Nuevas Tecnologías (mejor dicho, como acercar a la gente las Nuevas Tecnologías)
Estimado Anónimo. Tiene usted toda la razón al decir que el éxito de esta tecnología dependerá de cuestiones de adaptación cultural y de la capacidad de quienes definirán esta operativa para hacerla cómoda y amigable.
ResponderEliminarOtro factor que tendrá importancia localmente es el de la facilidad para disponer de efectivo. En nuestra sociedad lo damos por supuesto, pero no en todas partes es así.
Por ejemplo, en algunas partes de Africa están funcionando mecanismos sencillos de pago por móvil simplemente porque no es fácil conseguir dinero efectivo. Algo de esto (sin ir tan lejos) ocurre en EE.UU., en donde la ausencia de una cámara de compensación interestatal explica la popularidad de los cheques y de las tarjetas como medios de pago.
Un cordial saludo